jueves, marzo 23, 2006

La Elección de la Belleza.


“El Fin justifica los Medios”
“Life’s a journey, not a destination”


Basura.
Tienen su pequeño sentido, pero al tratar de analizar un todo, carecen de puntos fuertes. Dicen que “la vida es un camino y que lo importante es recorrerlo”, ¿acaso es posible que el Vox Populi esté tan errado? Sí.

Fin, objetivo. Hay que encontrar uno, pero casi siempre, a menos que se padezca de alguna enfermedad psicológica, todos coincidimos que el fin de nuestro camino, es la Felicidad. Si podemos concebir como objetivo de nuestro todavía ignoto camino a la felicidad, entonces tenemos un Fin egoísta que se siempre se retroalimentará.

Medio, camino, modus. Aquí es donde la mayoría se equivoca. Ésto no es lo importante, para lograr cualquier Fin, sea cual fuere, a cualquier nivel (aunque aquí estoy hablando de la Vida misma), tiene que haber un Medio, un Camino, un Modus Vivendi. Que exista y que tengamos que recorrerlo son condiciones obligatorias para poder Vivir y Finalizar la Vida, con la Felicidad. Sean puestos a un lado los débiles, que no podrán con los obstáculos en el Camino, que no sabrán superarse; los fuertes siempre caminarán, siempre seguirán, hasta alcanzar el Fin o Morir en el intento (así y todo, felices por serse fieles y nobles). Entonces, si el Fin es la Felicidad predeterminadamente, y el Camino es obligatorio de recorrer, y siempre lo caminaremos; ¿por qué creemos que son importantes estas dos condiciones impuestas e ineludibles de la Vida? Son así, aquí no hay libre albedrío, hay una no-opción que es la debilidad, la vagancia y la dejadez. Analicemos a aquellos fuertes, los otros no lo merecen.

¿Dónde, entonces, está esa elección, esa importancia en vivir?
Pues tiene que existir en algún lugar. Si no existiera, sería sumamente aburrido y monótona nuestra vida, ya que serían todas acciones y reacciones en base a programaciones predeterminadas por la supervivencia y la permanencia en el tiempo.



estético, ca. (Del gr. ασθητικς, sensible).
1. adj. Perteneciente o relativo a la estética.
2. adj. Perteneciente o relativo a la percepción o apreciación de la belleza.
3. adj. Artístico, de aspecto bello y elegante.
4. f. Ciencia que trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del arte.
5. f. Conjunto de elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a un determinado autor o movimiento artístico.
6. f. Armonía y apariencia agradable a la vista, que tiene alguien o algo desde el punto de vista de la belleza.
7. f. Conjunto de técnicas y tratamientos utilizados para el embellecimiento del cuerpo.


La estética percibe la belleza, el arte, la elegancia. La estética es el tamquam, no el camino en sí, sino la forma de éste. Ése es el Sentido de la Vida: su gracia, su belleza.
Aquí sí existe el libre albedrío, pues no a todos nos causa placer lo mismo, y no se necesita mucha inteligencia para tender a hacer lo que cause placer. No respondemos al placer, lo buscamos. Imaginamos, pensamos, ignoramos, creemos, buscamos, sólo para poder obtener placer. Este placer, va a ser definido por nuestra relativa percepción de la belleza (aunque ésta siempre va a verse condicionada, en gran parte, por el entorno de maduración que tenga el individuo).

Para poder recorrer el Camino, sea cual fuere, sea como fuere, debemos ser Egoístas.
“No! No tendremos un desmedido amor propio y rayaremos con el narcisismo!” dirán los tontos, aquellos que están condenados a intentos altruistas, con altas probabilidades de fracaso, o mejor dicho, autosabotaje.
¿Por qué?
Porque sólo aquellos que tengan paz y armonía en sí mismos, sólo aquellos íntegros, aquellos fuertes, pueden darse el lujo de ayudar al otro, por el simple placer de sentirse útil o bondadoso. Pero aquel que no se concentre en si mismo, que no mire primero hacia adentro, que no se entienda ni se conozca, fallará al tratar de ayudar a otro pues no conocerá cómo, ni tendrá referencia, ni tendrá la voluntad dada por la fuerza. Perderá por hacerse débil a sí mismo.
¡Nunca sean narcisistas! Ahí se perderán dentro de ustedes, y nunca saldrán para obtener el mayor placer del Camino, que será caminarlo con otros. Además, perderán la capacidad estética de apreciar la belleza fuera de sí mismos, lo cual deja un margen estrechísimo de belleza.

La Belleza determinará un camino, la Voluntad nos hará caminar, y la Felicidad nos dirá que hemos llegado. Y Moriremos plenos.


Estereotipos, Límites, Conservadurismos: trabas de la Belleza, la Voluntad y la Felicidad.



M.

viernes, marzo 03, 2006

Impotencia.

Condeno esta sensación, este sentimiento.
De todos aquellos sentimientos imaginables por el hombre, este es aquel que representa la suma de todos los miedos, este es aquel que nos priva de toda libertad, este es aquel que nos deja sin escapatoria, acorralados.
Contra la impotencia es muy difícil, casi imposible luchar. De hecho, si y sólo si, logramos atravesar ese momento en el que la desesperación nos invade, el único camino que podemos y debemos tomar es el que nos guíe a averiguar la causa, la raíz de nuestra falta de poder.
Pero si nos atascamos en la desesperación, o no podemos tampoco ver las causas, entonces estamos perdidos, completamente a la deriva, y la única salvación para nuestra patética situación es el milagro de la intervención de alguien externo, que por su propia iniciativa, bondad, causa o casualidad, nos guíe o libere. Pero debemos ser capaces de ser en nosotros mismos íntegros.

Así, siguiendo un axioma viejo, uno es dueño de algo sólo cuando tiene la capacidad de destruirlo, podemos decir que para ser íntegros y dueños, tenemos que tener completo control de nuestros actos, y hasta sabernos capaces de nuestra destrucción. Recordemos que la capacidad de algo, no implica la realización de ese algo.
En cambio, si sufrimos impotencia ante un conflicto y no podemos o sabemos determinar la causa, aquello que nos esta destruyendo no es algo nuestro, no somos nosotros, es externo. Es algo similar a la angustia de Heidegger, que nos invade desde fuera; como el Pánico, que viene hacia nosotros y no podemos detener.
Hasta que no podamos controlarnos, no seremos.
Hasta que no podamos destruirnos, no seremos.

Encontrar la causa de nuestra impotencia es el peor trabajo que puede existir. Para poder ser sinceros en nuestra búsqueda, debemos estar completamente abiertos a analizar todo punto, todo recoveco, todo aljibe de nuestra persona. Debemos poder mirar sincera y objetiva y subjetivamente cada pozo de recuerdos en el que dejamos algo; debemos saber mirar nuestro ambiente y no hacer obvio lo obvio, debemos mirar a nuestros allegados y juzgar su utilidad, su funcionalidad, su participación.
Poder extraernos de nosotros mismos, y ser nuestros propios jueces, buscando fallas, buscando falencias, buscando tumores; no es algo sencillo. No estamos buscando esos defectos que hasta algunos se enorgullecen de llevar y mostrar como estandartes de la modesta imperfección aceptada. No. Aquí buscamos más allá, porque, precisamente, no sabemos qué es lo que buscamos. Todo debe padecer bajo nuestra lupa, y nuestra lupa debe ser siempre tan inquisidora como Gregorio IX.
Pocos pueden mirarse así, pero es la Voluntad de esos pocos lo que los hacen individuos sobresalientes en el mundo plebeyo, de voluntades achacadas.

La impotencia es algo contra lo que todo ser humano, y no tanto, lucha en algún momento o varios de su vida. Pero sólo aquellos de fuerte Voluntad, aquellos que no escapan y no amedrentan, son capaces de vencer la impotencia, encontrando su causa y atacando la raíz.

De todo lo que podemos sufrir a causa de la impotencia, no es la búsqueda exhaustiva de su origen lo peor. Ese momento en el que todavía no aceptamos nuestra impotencia como tal, ese tiempo en que no entendemos y no queremos entender; eso es lo peor de la impotencia.
Este momento puede durar horas, semanas, meses. A aquellos llenos de Hubris les digo: ¡Desesperen! . Para ustedes que no pueden tolerar la simple idea de una falla en sí mismos, ni siquiera como pauta para la maduración y la mayor perfección del ser, no hay esperanza. Pero si pueden tolerar, concebir esa idea de falla entonces tal vez tengan oportunidad de entender que hay algo que debe ser buscado.

¿Cómo puede uno encontrar algo que no sabe lo que es?
Siguiendo una simple y vana lógica lineal, es imposible o circunstancial. No acepto lo imposible, precisamente, y no tolero la esperanza en las circunstancias. Las soluciones se buscan, se hacen, se toman, se eligen.
Pero esta lógica simple no puede ser aplicada para analizar una pregunta tan compleja, tan paradójicamente exenta de Gödel. Nuestra mente, cuerpo, entorno, compañía nunca es simple; y nuestra impotencia radica en alguno de ellos, y afecta a alguno de ellos. Y no tienen por qué ser análogos.

¿Cómo puede uno encontrar algo que no sabe lo que es?
No puede, quiere. No espera, desea. No piensa, no siente, observa. No habla, escucha.
Sólo ellos con verdadera Voluntad, verdadera Visión, verdadero Conocimiento, verdadero Dasein, pueden triunfar.

Curiosidad: la fuerza motora de todas las grandes Voluntades.


M.