lunes, junio 05, 2006

Reivindicando la superficie.

Trazando el movimiento cíclico de extremos que suele caracterizar a las modas, hoy en día la superficie de una persona parece desvalorizada por la gente que quiera considerarse un poco más inteligente que la masa. La premisa es seguir uno de aquellos saberes populares “lo de adentro es lo que importa”, o más comercialmente “la imagen no es nada[...]”. A todo esto surge la tendencia de despreciar la moda, la vestimenta, el cuidado y la atención de la propia estética, solo para poder reflejar en sociedad una mayor inteligencia, o una mejor “fachada” de la inteligencia anti-superficialista.

Secundo el planteo que tiene esta corriente que dice que la imagen, lo exterior no es todo lo que importa, y que es muy valioso lo interior, tanto emocional como intelectualmente. Pero me parece aberrante que se pierda la cordura y se opte por hacer sacrílego el cuidado de la apariencia.

Aquel movimiento de jóvenes intelectuales que querían desprenderse de todo lo terrenal y superficial para poder ser espiritualmente completos murió hace años. No fue en vano su paso, porque pudo concientizarnos con respecto a lo interior, pero tampoco en vano murió, y lo hizo para que pudiéramos, nosotros, aceptar ambas posturas, ambos campos de la existencia y poder fundirlos en uno. Desprendernos, todavía, de lo exterior, renegar de ello, y tomar a todo aquel que lo pondere como directamente alguien corto de mente, falto de inteligencia y posiblemente de sentimientos vacuos, es terriblemente estúpido.

En absoluto puedo declararme a favor de la postura criticada por estos neo-hippies, y decir que debemos hacer culto del cuerpo, que lo más importante es lo exterior, y todo ese montón de sinsentidos extremistas.

Sin embargo, tampoco tolero que se sostenga aquella mentira que nuestros predecesores tienen o tenían por verdad absoluta: nunca juzgues un libro por su portada. Lamentablemente para los crédulos, uno vive juzgando libros por sus portadas. Y no sólo hablo de libros, sino también de seres humanos, comidas, prendas, artefactos y casi todo lo que se les pueda ocurrir, lo juzgamos, al menos en una primera instancia, por su exterior. Vivimos constantemente definidos por lo que vemos y oímos, no podemos pretender que no utilicemos esos sentidos para poder juzgar, o sostener una primera y fuerte impresión de cualquier cosa o persona.

Desde un punto de vista más natural, podemos tomar como ejemplo los animales, insectos o cualquier criatura de la naturaleza para ver como se embelezan para poder, al menos en un primer intento, atraer lo que quieran atraer, para lo que deseen.

Los reto a que lo analicen, sobre todo a ustedes que se creen o sienten superiores por renegar de lo exterior para concentrarse y/o proclamarse superiores en lo interior. Desde su fuero más interno y sincero, saldrá esa necesidad por la armonía. Armonía que se da entre lo exterior y lo interior, nadie quiere un hermoso cerebro, sucio por fuera; ni una hermosa cáscara, sin nuez dentro.

Estoy cansado de los hipócritas, exteriores e interiores.

M.