viernes, septiembre 08, 2006

Indecisión sistemática

Estoy Perdido
Estar perdido no significa no tener un camino, significa tener tantos que no se sabe a donde ir. Si no tuviese un camino, trataría de encontrarlo o generarlo según mis gustos y caprichos. Y eso es precisamente lo que hice.

¡Trampa mortal!
Mis gustos y caprichos son dispares. Pocos encaran la misma dirección, y los que lo hacen, se bifurcan perpendicularmente no mucho más adelante.
No tenía caminos y no caminaba. Descubrí mil caminos y no sé hacia donde ir. La única solución que veo es probar. Tapo mis ojos con una mano, extiendo mi otro brazo, giro sobre mi mismo muchas veces, me detengo.
Un camino. Camino.

Voluntad y Tiempo.
Mi desición nunca fue segura. Empiezo a caminar y me encuentro en la peor situación: no me adentré lo suficiente como para que el camino me absorba y todavía puedo ver el resto de los caminos que todavía me tientan.
Dudo.
Desacelero la marcha sin detenerme, aunque ya no observo el camino. Tengo los ojos abiertos pero la vista está perdida en el horizonte, en mis pensamientos…

A: ¿Debo seguir?
B: Sí, es el camino que elegiste.
C: No, podrías encontrar algún camino del que no dudar.
B: ¿Este no te gusta?
A: No sé. Sí, pero…
C: Dejálo. Buscá uno mejor.
B: Probá de seguir, dale tiempo para que lo conozcas.
C: Si lo que viste no te gustó, por qué te va a gustar el resto.
A: Sí me gusta, algo, pero no sé si es un buen camino.
B, C: ¿Cuál lo es?
A: ¿El que no me haga dudar?
B: ¿Por qué dudás?
A: Porque sé que puede haber algo mejor.
C: Dejá este y buscá “algo mejor”.
B: Si nunca conocés los caminos, los vas a dejar a todos siempre.
C: Amenos que uno te ilumine.
B: Es una cuestión de Voluntad.
C: Es una cuestión de Tiempo.
A: …


Multimente o entumecimiento.
Decido embarcarme en varios caminos a la vez. Eso debería mantenerme lo suficientemente ocupado como para no ver el maldito paisaje, y alguno de ellos debería proporcionarme resultados atractivos y estimulantes en un corto plazo.
Aquellos caminos que no lo hagan, puedo dejarlos para seguir buscando.
Necesito resultados, necesito progreso, necesito constancia, necesito utilidad, necesito reconocimiento, necesito más.

“No sé lo que quiero, pero lo quiero YA”


M.
Conquistar los mundos

¿Es necesario ser un buen receptor o un buen emisor?
¿Siendo uno se es lo otro?
¿Es el mensaje en sí mismo?
¿Es humanamente posible la conquista de los tres?
¿Significa la conquista lograr la excelencia en cada uno?
¿Sirven las conquistas en soledad?
¿Dependemos de otros?
¿So para satisfacer una arrogancia?
¿Ayudarían al transcurso de la vida?
¿Son el transcurso de la vida?


M.

Trínamente Cuatro (¿12?)

Generalmente, para poder elegir caminos, dividimos el mundo que nos rodea (y a nosotros mismos) en tres partes fundamentales: los sentimientos, lo físico y lo inteligible.
Tratar de brindar un análisis racional a los sentimientos, a todo ese mundo lleno de contradicciones, paradojas, caprichos y demás, sería no sólo una pérdida de tiempo, sino una contradicción paradójica y caprichosa por demás. El mundo físico merecía un estudio y análisis propio y detallado, aunque no es la porción que tiene relación con este escrito.


Lo Inteligible.
Talvez sea la parte más compleja de las tres, seguramente se podrías escribir cientos de googoles de libros tratando de analizarlo. Precisamente esto es lo que llamó mi atención al finalizar la lectura de una novela: el intelecto ¿por qué es influenciado? ¿Qué lo estimula?
Bien podríamos decir que los sentidos; pero ellos son terreno esencial de lo físico.
Dejemos completamente de lado las conexiones misteriosas y diotalévicas de los sentimientos.
¿Cuál es el medio puro y exclusivo de estimulación del intelecto? Los Libros.
Los Libros son prácticamente esencia intelectual materializada, lista para ser absorbida por cualquiera. Nada, ningún invento, ningún medio logra tan puramente como un libro alcanzar al intelecto. Dejemos las excepciones circunstanciales de lado, tales como el olor de un libro viejo, la tipografía, la semejanza con una experiencia emocional propia, el regalo de un ser querido, etc.
El poder del libro es tan grande que nos transmite gustos, imágenes, olores, colores, texturas, todo sin utilizar los sentidos.
El poder del libro es tan grande que nos transmite emociones, alegría y tristeza, risas y lágrimas, miedo y paranoia.

¿Pueden el mundo físico, a través de los sentidos, y el mundo emocional, a través de las emociones, estimular recíprocamente al intelecto?
¿Reside el podes de los libros en el lenguaje?

locutus ergo cogito ergo sum.

¿Es el lenguaje un medio para el intelecto, o todo lo contrario?
¿O son, acaso, lo mismo?


M.

lunes, junio 05, 2006

Reivindicando la superficie.

Trazando el movimiento cíclico de extremos que suele caracterizar a las modas, hoy en día la superficie de una persona parece desvalorizada por la gente que quiera considerarse un poco más inteligente que la masa. La premisa es seguir uno de aquellos saberes populares “lo de adentro es lo que importa”, o más comercialmente “la imagen no es nada[...]”. A todo esto surge la tendencia de despreciar la moda, la vestimenta, el cuidado y la atención de la propia estética, solo para poder reflejar en sociedad una mayor inteligencia, o una mejor “fachada” de la inteligencia anti-superficialista.

Secundo el planteo que tiene esta corriente que dice que la imagen, lo exterior no es todo lo que importa, y que es muy valioso lo interior, tanto emocional como intelectualmente. Pero me parece aberrante que se pierda la cordura y se opte por hacer sacrílego el cuidado de la apariencia.

Aquel movimiento de jóvenes intelectuales que querían desprenderse de todo lo terrenal y superficial para poder ser espiritualmente completos murió hace años. No fue en vano su paso, porque pudo concientizarnos con respecto a lo interior, pero tampoco en vano murió, y lo hizo para que pudiéramos, nosotros, aceptar ambas posturas, ambos campos de la existencia y poder fundirlos en uno. Desprendernos, todavía, de lo exterior, renegar de ello, y tomar a todo aquel que lo pondere como directamente alguien corto de mente, falto de inteligencia y posiblemente de sentimientos vacuos, es terriblemente estúpido.

En absoluto puedo declararme a favor de la postura criticada por estos neo-hippies, y decir que debemos hacer culto del cuerpo, que lo más importante es lo exterior, y todo ese montón de sinsentidos extremistas.

Sin embargo, tampoco tolero que se sostenga aquella mentira que nuestros predecesores tienen o tenían por verdad absoluta: nunca juzgues un libro por su portada. Lamentablemente para los crédulos, uno vive juzgando libros por sus portadas. Y no sólo hablo de libros, sino también de seres humanos, comidas, prendas, artefactos y casi todo lo que se les pueda ocurrir, lo juzgamos, al menos en una primera instancia, por su exterior. Vivimos constantemente definidos por lo que vemos y oímos, no podemos pretender que no utilicemos esos sentidos para poder juzgar, o sostener una primera y fuerte impresión de cualquier cosa o persona.

Desde un punto de vista más natural, podemos tomar como ejemplo los animales, insectos o cualquier criatura de la naturaleza para ver como se embelezan para poder, al menos en un primer intento, atraer lo que quieran atraer, para lo que deseen.

Los reto a que lo analicen, sobre todo a ustedes que se creen o sienten superiores por renegar de lo exterior para concentrarse y/o proclamarse superiores en lo interior. Desde su fuero más interno y sincero, saldrá esa necesidad por la armonía. Armonía que se da entre lo exterior y lo interior, nadie quiere un hermoso cerebro, sucio por fuera; ni una hermosa cáscara, sin nuez dentro.

Estoy cansado de los hipócritas, exteriores e interiores.

M.

lunes, mayo 15, 2006

Le Miroir.


Sentada en un sillón color mostaza, tenía un vestido negro, como su cabello recogido. Era ajustado de la cintura para arriba, con un escote sutil: ni muy provocativo ni muy puritano. El vestido se ensanchaba en la falda, ondulado, cayendo hasta los pies que no se veían. Era completamente negro salvo por unas rosas rojas, casi bordeaux, cerca de los pies, y por el forro blanco que asomaba entre los volados. Apenas perceptibles gracias a la caída del vestido, las piernas juntas, sin cruzar, se ladeaban hacia la derecha. Los brazos estaban al costado del cuerpo, la mano derecha se escondía detrás de la abultada falda y la izquierda reposaba gentilmente sobre las piernas. El cuello estaba limpio de alhajas, y servía como un noble y prístino soporte para un rostro serio. No había una sonrisa en su cara, pero tampoco enojo. Ni muy recia ni muy gentil, simplemente desafiante y arrogante. Signos de una estirpe agonizante.
Así posaba la joven para el pintor que la inmortalizaba, para quedar atrapada por años incontables dentro de un marco de oro, cuadrado, de metro y medio de largo.

Sesenta años después, a la cabecera de una larga mesa en un comedor iluminado por una araña de mil cristales, una vieja con tantas historias de tantas ciudades de todo el mundo como arrugas en su cara atendía y dirigía una típica reunión familiar sin una cana visible en su cabeza. A su derecha había una puerta por la que aparecía una sirvienta siempre que ella pensase que alguien necesitaba algo. No era por arte de magia, pero así parecía. Milady oprimía un botón secreto en el suelo, que llamaba discreta y silenciosamente a la servidumbre.
Siempre se vestía como de fiesta para cenar. Y siempre antes de que sirvan la comida, tal vez durante, y seguro al final, junto con el café, fumaba con su boquilla negra de mas de 15cm unos cigarrillos completamente blancos y largos, Virginia Slim supongo.

Diez o quince años más tarde, en un piso de la Avenida Alvear, se reunían varias decenas de personas. En una habitación, por la que todos pasaban en algún momento de su estadía en aquel enorme departamento, había un cuerpo reposando en el medio de la sala. Blanco su vestido, su pelo y su tez, así como también el interior de su última morada, forrada en seda. El rostro hundido, demacrado, así como los brazos finos y las manos con la piel casi envolviendo los huesos. No había una expresión en su rostro, ni un gesto en su cuerpo; simplemente era alguien durmiendo, tan indefenso, frágil y débil. No había nada glamoroso, ni nada repugnante, simplemente había un cuerpo inanimado. Esta escena, esta habitación, la observaba yo a través de una arcada enorme. Estaba viendo el ataúd de costado, casi un perfil perfecto, y no quería reparar mucho en el cuerpo cuando algo llamó mi entera atención. Un contraste increíble, que parecía hecho a propósito. Una especie de espejo del tiempo que se desarrollaba en aquella habitación y sólo pude verlo cuando ésta quedó casi vacía, salvo por una o dos personas. Sobre la pared que tenía frente a mi, por detrás del ataúd, al fondo de la habitación, había un marco de oro, cuadrado, de metro y medio de largo.

Dos reflejos inanimados y opuestos de alguien que ya no estaba allí.



M.

miércoles, abril 26, 2006

Misticismo pre-onírico.

Nunca pude dormirme rápido. Desde chico que, salvo excepciones de agotamiento, tardo alrededor de media hora en conciliar el sueño.
Desde hace años, ya casi una década, que tengo un pensamiento recurrente.
Sucede siempre en el momento antes de dormir. Estando ya acostado, con los ojos cerrados, preparado para dormir.
El pensamiento en sí mismo es bastante escueto y sencillo, pero es la sensación que me produce lo que no me deja dormir durante más de lo normal...
Los lineamientos del pensamiento son algo similar a lo siguiente:

¿A qué hora me voy a levantar?
A las 8. Son las 2, con lo que dormiré 6 horas.
Seis horas perdidas... ¿Qué pensaré cuando me despierte?
No sé.
Digo, ¿Recordaré esto cuando me despierte?
Lo dudo.
¿Y cuando me dormiré?
A este paso nunca.
Pero, ¿Seré capaz de sentir justo el momento de entrar en mi sueño?
No creo.
No entiendo, es un parpadeo...
Sí, pero de 6 horas.
¿Cómo será despertar?
Dormite y averigualo.
Quiero sentir mientras duermo.
Se llama soñar...
No, ser conciente, no soñar. Me gustaría verme mientras duermo.
Filmate.
No. Verme a mi mismo, desde mi mismo.
What?
¿Cómo será mañana?
Como siempre.
Pero quiero que sea ahora.
Dormite, es un parpadeo.
Pero tardo en dormir, quiero ahora saber como será mañana.
Precognición... algo imposible.
Ya sé, pero está tan cerca, es sólo un parpadeo.
Hacélo.
No puedo, siempre tardo. Pero no es el punto.
Sí lo es.
No, yo quiero saber ahora cómo me voy a levantar mañana.
¿De buen humor?
No. Las sensaciones. Siempre puedo recordar cuando me despierto, pero me es difícil recordar cuando me duermo. Quiero poder ser conciente durante mi sueño, para aprender cómo es el pasaje de un día al otro.
Dormite y calláte.
Pero...
Shh...

Es en ese momento cuando la sensación que guía la conversación es indescriptible. Es el saberse a un mero paso del mañana, pero no poder darlo, ni poder mirarlo ni comprenderlo. Es como sentirse el huevo y la gallina al mismo tiempo.
Es una sensación tan rara, tan atrapante, tan poco lógica, que me hace sentir también que es un momento de cuasi iluminación. Gracias a la terrible paradoja en la que me sitúa esa sensación, siento un momento de ascensión Zen que me hace creer capaz de resolver cualquier cuestión. Pero fallo al querer traer alguna otra cuestión a mi mente porque estoy demasiado concentrado preguntándome por el mañana y el presente al mismo tiempo.
Es una especie de ciclo sin fin, que en algún momento cede ante el agotamiento mental y me deja parpadear y olvidar...



M.

jueves, marzo 23, 2006

La Elección de la Belleza.


“El Fin justifica los Medios”
“Life’s a journey, not a destination”


Basura.
Tienen su pequeño sentido, pero al tratar de analizar un todo, carecen de puntos fuertes. Dicen que “la vida es un camino y que lo importante es recorrerlo”, ¿acaso es posible que el Vox Populi esté tan errado? Sí.

Fin, objetivo. Hay que encontrar uno, pero casi siempre, a menos que se padezca de alguna enfermedad psicológica, todos coincidimos que el fin de nuestro camino, es la Felicidad. Si podemos concebir como objetivo de nuestro todavía ignoto camino a la felicidad, entonces tenemos un Fin egoísta que se siempre se retroalimentará.

Medio, camino, modus. Aquí es donde la mayoría se equivoca. Ésto no es lo importante, para lograr cualquier Fin, sea cual fuere, a cualquier nivel (aunque aquí estoy hablando de la Vida misma), tiene que haber un Medio, un Camino, un Modus Vivendi. Que exista y que tengamos que recorrerlo son condiciones obligatorias para poder Vivir y Finalizar la Vida, con la Felicidad. Sean puestos a un lado los débiles, que no podrán con los obstáculos en el Camino, que no sabrán superarse; los fuertes siempre caminarán, siempre seguirán, hasta alcanzar el Fin o Morir en el intento (así y todo, felices por serse fieles y nobles). Entonces, si el Fin es la Felicidad predeterminadamente, y el Camino es obligatorio de recorrer, y siempre lo caminaremos; ¿por qué creemos que son importantes estas dos condiciones impuestas e ineludibles de la Vida? Son así, aquí no hay libre albedrío, hay una no-opción que es la debilidad, la vagancia y la dejadez. Analicemos a aquellos fuertes, los otros no lo merecen.

¿Dónde, entonces, está esa elección, esa importancia en vivir?
Pues tiene que existir en algún lugar. Si no existiera, sería sumamente aburrido y monótona nuestra vida, ya que serían todas acciones y reacciones en base a programaciones predeterminadas por la supervivencia y la permanencia en el tiempo.



estético, ca. (Del gr. ασθητικς, sensible).
1. adj. Perteneciente o relativo a la estética.
2. adj. Perteneciente o relativo a la percepción o apreciación de la belleza.
3. adj. Artístico, de aspecto bello y elegante.
4. f. Ciencia que trata de la belleza y de la teoría fundamental y filosófica del arte.
5. f. Conjunto de elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a un determinado autor o movimiento artístico.
6. f. Armonía y apariencia agradable a la vista, que tiene alguien o algo desde el punto de vista de la belleza.
7. f. Conjunto de técnicas y tratamientos utilizados para el embellecimiento del cuerpo.


La estética percibe la belleza, el arte, la elegancia. La estética es el tamquam, no el camino en sí, sino la forma de éste. Ése es el Sentido de la Vida: su gracia, su belleza.
Aquí sí existe el libre albedrío, pues no a todos nos causa placer lo mismo, y no se necesita mucha inteligencia para tender a hacer lo que cause placer. No respondemos al placer, lo buscamos. Imaginamos, pensamos, ignoramos, creemos, buscamos, sólo para poder obtener placer. Este placer, va a ser definido por nuestra relativa percepción de la belleza (aunque ésta siempre va a verse condicionada, en gran parte, por el entorno de maduración que tenga el individuo).

Para poder recorrer el Camino, sea cual fuere, sea como fuere, debemos ser Egoístas.
“No! No tendremos un desmedido amor propio y rayaremos con el narcisismo!” dirán los tontos, aquellos que están condenados a intentos altruistas, con altas probabilidades de fracaso, o mejor dicho, autosabotaje.
¿Por qué?
Porque sólo aquellos que tengan paz y armonía en sí mismos, sólo aquellos íntegros, aquellos fuertes, pueden darse el lujo de ayudar al otro, por el simple placer de sentirse útil o bondadoso. Pero aquel que no se concentre en si mismo, que no mire primero hacia adentro, que no se entienda ni se conozca, fallará al tratar de ayudar a otro pues no conocerá cómo, ni tendrá referencia, ni tendrá la voluntad dada por la fuerza. Perderá por hacerse débil a sí mismo.
¡Nunca sean narcisistas! Ahí se perderán dentro de ustedes, y nunca saldrán para obtener el mayor placer del Camino, que será caminarlo con otros. Además, perderán la capacidad estética de apreciar la belleza fuera de sí mismos, lo cual deja un margen estrechísimo de belleza.

La Belleza determinará un camino, la Voluntad nos hará caminar, y la Felicidad nos dirá que hemos llegado. Y Moriremos plenos.


Estereotipos, Límites, Conservadurismos: trabas de la Belleza, la Voluntad y la Felicidad.



M.

viernes, marzo 03, 2006

Impotencia.

Condeno esta sensación, este sentimiento.
De todos aquellos sentimientos imaginables por el hombre, este es aquel que representa la suma de todos los miedos, este es aquel que nos priva de toda libertad, este es aquel que nos deja sin escapatoria, acorralados.
Contra la impotencia es muy difícil, casi imposible luchar. De hecho, si y sólo si, logramos atravesar ese momento en el que la desesperación nos invade, el único camino que podemos y debemos tomar es el que nos guíe a averiguar la causa, la raíz de nuestra falta de poder.
Pero si nos atascamos en la desesperación, o no podemos tampoco ver las causas, entonces estamos perdidos, completamente a la deriva, y la única salvación para nuestra patética situación es el milagro de la intervención de alguien externo, que por su propia iniciativa, bondad, causa o casualidad, nos guíe o libere. Pero debemos ser capaces de ser en nosotros mismos íntegros.

Así, siguiendo un axioma viejo, uno es dueño de algo sólo cuando tiene la capacidad de destruirlo, podemos decir que para ser íntegros y dueños, tenemos que tener completo control de nuestros actos, y hasta sabernos capaces de nuestra destrucción. Recordemos que la capacidad de algo, no implica la realización de ese algo.
En cambio, si sufrimos impotencia ante un conflicto y no podemos o sabemos determinar la causa, aquello que nos esta destruyendo no es algo nuestro, no somos nosotros, es externo. Es algo similar a la angustia de Heidegger, que nos invade desde fuera; como el Pánico, que viene hacia nosotros y no podemos detener.
Hasta que no podamos controlarnos, no seremos.
Hasta que no podamos destruirnos, no seremos.

Encontrar la causa de nuestra impotencia es el peor trabajo que puede existir. Para poder ser sinceros en nuestra búsqueda, debemos estar completamente abiertos a analizar todo punto, todo recoveco, todo aljibe de nuestra persona. Debemos poder mirar sincera y objetiva y subjetivamente cada pozo de recuerdos en el que dejamos algo; debemos saber mirar nuestro ambiente y no hacer obvio lo obvio, debemos mirar a nuestros allegados y juzgar su utilidad, su funcionalidad, su participación.
Poder extraernos de nosotros mismos, y ser nuestros propios jueces, buscando fallas, buscando falencias, buscando tumores; no es algo sencillo. No estamos buscando esos defectos que hasta algunos se enorgullecen de llevar y mostrar como estandartes de la modesta imperfección aceptada. No. Aquí buscamos más allá, porque, precisamente, no sabemos qué es lo que buscamos. Todo debe padecer bajo nuestra lupa, y nuestra lupa debe ser siempre tan inquisidora como Gregorio IX.
Pocos pueden mirarse así, pero es la Voluntad de esos pocos lo que los hacen individuos sobresalientes en el mundo plebeyo, de voluntades achacadas.

La impotencia es algo contra lo que todo ser humano, y no tanto, lucha en algún momento o varios de su vida. Pero sólo aquellos de fuerte Voluntad, aquellos que no escapan y no amedrentan, son capaces de vencer la impotencia, encontrando su causa y atacando la raíz.

De todo lo que podemos sufrir a causa de la impotencia, no es la búsqueda exhaustiva de su origen lo peor. Ese momento en el que todavía no aceptamos nuestra impotencia como tal, ese tiempo en que no entendemos y no queremos entender; eso es lo peor de la impotencia.
Este momento puede durar horas, semanas, meses. A aquellos llenos de Hubris les digo: ¡Desesperen! . Para ustedes que no pueden tolerar la simple idea de una falla en sí mismos, ni siquiera como pauta para la maduración y la mayor perfección del ser, no hay esperanza. Pero si pueden tolerar, concebir esa idea de falla entonces tal vez tengan oportunidad de entender que hay algo que debe ser buscado.

¿Cómo puede uno encontrar algo que no sabe lo que es?
Siguiendo una simple y vana lógica lineal, es imposible o circunstancial. No acepto lo imposible, precisamente, y no tolero la esperanza en las circunstancias. Las soluciones se buscan, se hacen, se toman, se eligen.
Pero esta lógica simple no puede ser aplicada para analizar una pregunta tan compleja, tan paradójicamente exenta de Gödel. Nuestra mente, cuerpo, entorno, compañía nunca es simple; y nuestra impotencia radica en alguno de ellos, y afecta a alguno de ellos. Y no tienen por qué ser análogos.

¿Cómo puede uno encontrar algo que no sabe lo que es?
No puede, quiere. No espera, desea. No piensa, no siente, observa. No habla, escucha.
Sólo ellos con verdadera Voluntad, verdadera Visión, verdadero Conocimiento, verdadero Dasein, pueden triunfar.

Curiosidad: la fuerza motora de todas las grandes Voluntades.


M.

lunes, febrero 20, 2006

El Ansia

¿Viste cuando te subís a una montaña rusa, y vas subiendo y no ves la bajada?

He aquí un reto al Efecto Mariposa.
No importa la complejidad del hecho, ni que tan cerca esté nuestro horizonte de predicciones; aquí estamos tratando con una sensación que no da lugar a dudas. ¿Cuál sería el punto de estar ansioso por algo que es simplemente probable que suceda?
En una montaña rusa, cuando uno ya está sentado, no tiene escapatoria. Las trabas de los asientos no lo van a dejar saltar. No puede mirar para otro lado. Sabe lo que va a suceder. Pero no puede verlo hasta que es demasiado tarde.
Con el Ansia sucede lo mismo. Ansiamos que algo suceda, ansiamos hacer algo sólo cuando sabemos que lo vamos a realizar. Cuando está ahí, justo fuera del alcance de nuestros dedos, solo 5 centímetros mas allá. Talvez no sepamos lo que es, cómo es, cuánto es, pero sabemos que está ahí y vamos hacia él. Ninguna variación, grande o pequeña, en las condiciones iniciales o posteriores puede producir desviaciones a largo plazo.

Otra de las características singulares del Ansia es su relación con nosotros. Es una de las pocas sensaciones con las que mantenemos una conexión amor/odio. Amamos lo que va a suceder y sentir ansia por ellos; pero Odiamos la espera inexpugnable. Odiamos lo que va a suceder, pero Amamos la espera porque es nuestra paz que vemos ansiosamente mermar. Queramos o no que suceda el hecho, el Ansia es amor/odio; pero sólo gracias a que el objetivo está oculto, fuera de nuestra visión, de nuestro alcance imaginativo. Si pudiésemos tener una visión diáfana del hecho, una imaginaria al menos, no amaríamos/odiaríamos la espera.

Pero talvez el mayor poder del Ansia en nosotros es su capacidad de recurrencia. Todos solemos ocupar nuestra mente con tareas para no pensar en ciertas cosas. Pero escapar de aquello que ansiamos es mucho más difícil. El Ansia sabe que ocupamos la mente, que ahí estamos nosotros atrincherados y que no la dejaremos entrar. Es por eso que divide y vence, atacando el cuerpo: tensa las manos, las piernas, alborota el estómago, reseca la garganta, acelera el pulso. Y entonces perdemos. No somos capaces de controlar absolutamente todo lo que sucede y el Ansia se apodera nuevamente.


Ansío la Envidia del Ansia para no Ansiar.
¿Ansío la Envidia del Ansia para no Ansiar?



M.

viernes, febrero 17, 2006

Envidia.

La envidia es un sentimiento incomprendido, o al menos incompletamente conocido.
El común denominador de la gente se queda con la simple y patética primera acepción, la cual implica una tristeza, una angustia por algo que no se posee.
La acepción que me digno de utilizar es una sin estos matices negativos, que expresa el deseo por algo que no se tiene y que posee otro.
Siguiendo, le envidia entonces sirve como un motor generador de rumbos. Al sentir envidia por algo, sabemos que es lo que deseamos y entonces podemos dirigir nuestras acciones para conseguirlo.
Pero también es combustible. El deseo de obtener el objeto de la envida no termina hasta que lo tenemos. Mientras tengamos deseo, tenemos fuerza para continuar; y mientras más deseo tengamos, mas veloces seremos.

La Envidia, entonces, es el sentimiento de admiración más elevado que existe. La admiración común, es el hecho de tener en singular estimación algo. Una contemplación, simplemente eso. Totalmente inactiva e inocua. En cambio, la Envidia mueve al sujeto que la siente, a perseguir lo que aquel envidiado le muestra. Por ende, entendemos que no sólo se tiene en singular estima el objeto, sino que nos movemos para tenerlo también. Es la demostración de la admiración llevada a su cenit.

Envidio el Talento. No por carecer de éste, sino por talentos específicos que son demasiado difíciles de desarrollar, o imposibles. El dibujo es uno de ellos. La música es otro. Envidio a quienes pueden comunicar ideas sin palabras.

Envidio el Dinero. Lamentablemente para todos aquellos idealistas, el Dinero es aquello que nos va permitir más comodidades, más lujos, más experiencias en nuestra sociedad global de capital. Envidio a quienes no les falta nunca.

Envidio la Fe. En mi imposibilidad de creer en algo que me resulta completamente ridículo, envidio el sentimiento de paz que profesan sentir los creyentes. Trato de entenderlos, pero sus palabras ya dejan de tener sentido para los lógicos. ¿Son ilógicos porque la Fe es ilógica, o son ilógicos porque no saben expresarla?

Pero si hay algo que puedo envidiar mucho más que todo esto, es la Memoria. Envidio aquellos que pueden recordar los mínimos detalles de una hoja hasta reconstruir el bosque entero. Esas personas merecen toda mi Envidia.

Greed is good.


M.

miércoles, febrero 15, 2006

dios no valía la pena...

Ingenuidad. La suficiente como para no sospechar de nada ni nadie y para no entender señales.
Pánico. Ese tipo de pánico que nubla los sentidos, elimina la razón y nos deja sin curso de acción, sin palabras, como vegetales.

Una combinación fatal. Pero estos ingredientes necesitan un solvente para reaccionar.

Mediante la ingenuidad, uno no puede estar preparado para los golpes, todo revés dirigido a la mandíbula es imposible de avistar a tiempo. Pero claro, si uno tuviese reflejos, sería perfectamente capaz de agacharse, o cubrirse talvez a tiempo para amortiguar un poco...

Solvente: “Sólo sé que no sé nada”.

Supongamos que nos encontramos en un estado en el cual no sabemos qué queremos. No necesitamos saberlo inmediatamente, así que nos damos el lujo de relajarnos y vivir un poco en la corriente del Carpe Diem. En este estado las estructuras y los planeamientos se ven eliminados. Día a día vemos qué nos mueve y vamos construyendo nuevas estructuras a raíz de las experiencias. No saber nada es un increíble momento en el cual entendemos que no sabemos qué queremos, nos hacemos cargo y podemos continuar a partir de ello nuestra búsqueda.
El problema surge cuando combinamos este estado socrático con la Ingenuidad y recibimos un golpe. Los reflejos que tendríamos están entumecidos y no podemos reaccionar. Eliminamos nuestras estructuras, por ende no tenemos donde apoyarnos.
Y entonces, el desastre...

Necesitamos hacer algo, pero no sabemos qué: pánico.

Una vez que hemos sido golpeados, nos levantamos. El pánico va a continuar, si bien no por un golpe inminente, por la posibilidad de un golpe más adelante sumado al conocimiento de la imposibilidad de reacción. Sólo cuando nos damos cuenta que nuestro “estado socrático” es una estructura en sí mismo, podemos perder el pánico. Tenemos donde apoyarnos: no sabemos qué queremos, por eso tenemos la libertad de experimentar. No importa el golpe que nos impacte, lo absorberemos para tomarlo o no en consideración, dependiendo nuestros gustos preestablecidos y cambiantes.

Ya no hay pánico, no tiene sentido.


El análisis racional de nuestras acciones nos puede servir para aprender a partir de nuestros errores.
“Si no te mata, te fortalece”: un excelente modus vivendi.


Theta.

martes, enero 10, 2006

El dolor crea poetas.

“Todo lo que termina, termina mal”.
Falso.
“Todo lo que termina, termina mal para aquél que no haya querido terminarlo”.
Verdadero.

Siempre creemos que este final de nuestra pareja, es un Final mayor a cualquier otro. No hacemos caso de la gente que nos dice “ya estuve ahí, todo pasa” o “no te preocupes, tiempo al tiempo”.
¿Cómo vas a haber estado acá si lo que siento es único? No puedo imaginarme sin ella.
¿Cómo me vas a decir que no me preocupe? No puedo imaginarme sin ella.

Pero pensémoslo. Muy en el fondo, atrás de esa enorme estaca de dolor que atraviesa nuestro corazón paralizándonos lo sabemos. Todo pasa. Seguimos adelante.
El Mundo puede habernos pasado por encima sin que nadie pare; pero nosotros continuamos.
El Vacío que se genera por la pérdida puede ser llenado de nuevo, si lo dejamos. Ante este dolor esencial surgen dos caminos: usar o no usar una Coraza. Yo creo que para poder definir nuestro curso de acción tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿cómo soy más feliz?
¡Por supuesto que la pregunta es egoísta!
En este momento únicamente debemos preocuparnos por nosotros y nuestra felicidad. ¡Al diablo con el resto del mundo!¡Puede cuidarse sólo!

La opción más fácil y rápida es escudar nuestro corazón detrás de una Coraza. Nunca más nos arriesgaremos a salir lastimados de esta forma. Seremos inmunes al dolor. Seremos estoicos. Podremos disfrutar de placeres carnales todo lo que queramos sin nunca quedar atrapados ni subyugados por el dolor.
Pero, ¿cuál es el precio? No sentir nunca más lo mismo por alguien.

Decidir no usar esta Coraza es más difícil y lleva más tiempo. Dejamos abierta una puerta para poder volver a recibir a alguien tan o más especial que aquella quien nos hirió. Podremos conocer a esa mujer que llegue a convertirse en nuestra compañera de vida. Amaremos y seremos amados.
Todo tiene un precio: Podrán herirnos otra vez, y talvez peor que antes.

No deseo ser malinterpretado. Al calificar un camino más fácil que el otro, o más rápido, no estoy emitiendo juicios de valor. Los dos son igualmente válidos si la elección se realiza respondiendo la pregunta desde el fuero más interno de la sinceridad. Si es otra causa la que impulsa la decisión, como el miedo, entonces la elección queda sin valor en absoluto. No habría felicidad y el precio sería demasiado alto; y demasiado es peyorativo.

Como nota final me permito cierta ironía. El dolor es algo inevitable a sentir en estos casos, pero es curioso cómo decidimos enfrentarlo con cierta hidalguería romántica.
El dolor crea poetas.


M.

viernes, enero 06, 2006

Ráclima hijo de Sáclima y Sadinoel hijo de Radinoel.

Hace tiempo hubo una idea. Pero más que una idea fue una promesa.

Cuando años atrás todavía era un dios menor, a la fuerza y por la fatalidad del destino, empecé a dirigir mi curiosidad innata hacia los libros. Pero no cualquier libro. Aquellos libros que podrían conducirme hacia el Olimpo, hacia Oiolossë.
La necesidad de un nuevo y mejorado dios no tardó en presentarse, y me creí dispuesto a tomar el lugar de aquellos que estuvieron antes. De ellos tomé costumbres, ideas, poderes, placeres, trampas, vicios; todo con la intención de mejorarlo y así pensé que fue.
Pero los mortales mueren, se pierden y flaquean. Y para qué hay dioses si no es para recompensar, asustar, dirigir, molestar, encauzar mortales. Entonces hubo caos y los dioses se separaron de los mortales.
El Olimpo era Caos. Había dioses que se retiraban a Dormir el Largo Sueño, dioses que huían al ver mortales queriendo ascender, mortales que lograban llegar a la cima y morían al no poder sostenerse como dioses, mortales huyendo.
Pero de todos los mortales, hubo uno que llamó mi atención. Aquél todavía conservaba la antigua Fe, las viejas costumbres y doctrinas. No fue lástima ni piedad el motivo de mi aparición ante aquél mortal. Fue la previsión, fue la certeza y la Visión Futura.
Aquel pequeño e insignificante humano se vio obnubilado por mi presencia, atraído por mis palabras e historias, por mis juegos y acertijos. Este humano consagraba y deificaba la curiosidad, así como yo era eso en esencia.
Varios Días y Noches pasé junto a ese mortal, y él escuchó. Entendió mis palabras lo mejor que un mortal puede hacerlo y siguió mis pasos de la misma manera. Pero entonces recordé el Olimpo.
El Caos había retrocedido. Las Mareas del Tiempo volvieron a su cauce normal y algunos de los Antiguos quisieron regresar de su letargo.
Ellos habían huido a tierras lejanas, o estuvieron durmiendo. Ninguno salvo Yo siguió incrementando poder. Y a veces, aunque sea por un simple y mero mortal, uno puede hacer la diferencia. No les permití volver.
Aquel mortal que escuchó mis Palabras durante los Tiempos del Caos también se retiró a sus asuntos cuando Yo volví mis pensamientos hacia Oiolossë. Pero sus asuntos eran los míos también, puesto que expandió sus conocimientos, sus historias. Mis conocimientos, Mis historias.
Fue entonces cuando supe que había obrado bien, y aquel mortal volvió a mi con más mortales. Todos ellos se entregaron a mis palabras e historias, a mis juegos y acertijos. Y ya ningún otro dios osaba poner en duda mi superioridad.
Con aquel Primer mortal, vino otro que llamó mi atención. Él no glorificaba mi curiosidad, ni mis palabras. Él glorificaba la pasión con la que satisfacía mis necesidades y aquello me interesó. Se convirtieron entonces en Dos mis mortales favorecidos, y ellos fueron entonces los encargados de recibir mi palabra y expandirla.
Entonces hubo Paz, por un tiempo.
Aquel Segundo mortal me traicionó, pero sin saberlo. Su intención fue buena, pero como mortal no supo ver más allá del presente y eso fue mi caída. Él venía de tierras lejanas, donde había conocido otras historias que hablaban de otros dioses, y así los Despertó. Eran dos.
Vinieron y pidieron mi hospitalidad y la de mis fieles. Aquel Segundo mortal convenció al Primero, y ambos quisieron que Yo acepte el pedido. Y acepté.
Esos dos eran dioses antiguos de un pueblo olvidad y deshecho, perdido y en guerra con sí mismo. Uno de ellos quiso hablar a Mis mortales, quiso mostrarles los juegos e historias de su pueblo, y así lo permití; pues Yo también sentía la curiosidad de saber que conocimiento había tan lejos de mi Eä.
Entonces aquel huésped usurpó mi lugar y me despojó de mi Olimpo. Hizo de su mano derecha a su compañero y también lo despojó de sus Poderes. Comenzó entonces a hablarnos a todos y a engañarnos con falsas promesas que jamás serían cumplidas. Contó historias que nunca terminaban, para que nunca dejáramos de oírlo. Pero Yo había sido un dios; y su poder no duró tanto conmigo. Yo había sido el Único Inmortal de mis tierras y mi poder era grande. El usurpador no pudo ver mas allá de su ego, de sus canciones y acertijos, y fue entonces cuando empecé a hablarles Yo de nuevo a aquellos Dos mortales. Y ellos escucharon.
Escucharon porque si bien tal vez menos adornada, menos colorida, Mi palabra era más profunda y llegó en su tiempo a los corazones de los mortales para grabarles a fuego mi Nombre. Y entonces, con esa Llama interna brotando chispas y luz otra vez, acometimos contra el Usurpador y él cayó del Olimpo. Mi Olimpo.
Pero no lo exilié entonces. La pasión y la curiosidad eran en mi esencias, pero entonces se sumo una tercera, la piedad. Aquellos dos dioses venidos desde lejos quedaron reducidos a mortales. Y en aquel lugar, mi Dos eran los más fuertes y los más sabios.
Entonces volví a contar historias y cuentos, volví a los juegos y acertijos. Y aquellos dioses caídos se quedaron y escucharon.
Pero ellos también habían sido dioses antes y mis palabras fueron trastocadas por ellos. Empezaron a corromper mi Eä desde su interior, y empezaron a trastocar los corazones y las mentes de mis Dos. Pero Yo fui más inteligente que ellos, y les hablé a solas a mis Dos mortales. Les conté cuáles eran los planes de esos caídos y ellos escucharon. Luego, mis Dos y Yo emprendimos una batalla que duró poco. Los expulsamos.
No hubo necesidad de desperdiciar sus vidas, ni la vida de nadie; pues cuando esos dos dioses caídos vieron el estandarte de batalla en lo alto, huyeron sin oponer resistencia.
Así volvió la Paz que hasta ahora hay en el Mundo.
Pero Yo estoy cansado. Necesito de nuevo descansar y acudir a mis libros. Necesito tener más historias y acertijos y canciones y juegos. Pero no hay otro para que pudiera recompensar, asustar, dirigir, molestar y encauzar mortales.
Fue en ese momento cuándo llamé a mis Dos mortales predilectos y les ofrecí la oportunidad de ser Dioses. Sólo uno de ellos podría subir a Mi Olimpo y reemplazarme, y sólo hasta que Yo quisiera volver. El Segundo quiso mi Lugar, y al Primero le pareció bueno. Entonces le di mis Poderes a él, y me volví mortal.
Así fue como les demostré mi confianza y así es como pongo a prueba su lealtad. Porque todavía no ha llegado el tiempo en el cual debo volver a Oiolossë. Todavía soy mortal, y todavía leo mis libros Olímpicos.

Hace tiempo hubo una idea. Pero más que una idea fue una promesa.
Y es esa promesa la que ahora quiero cumplir. Por esa promesa es por la que leo mis libros y estudio mis canciones. Invento acertijos y juego mis juegos. Para que a ellos Dos, Mis Dos, les pueda dar lo prometido hace tiempo.
Porque puede no estar lejos ya, el tiempo en el que vuelva a Mi Olimpo...

“En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar...”


M.