miércoles, febrero 15, 2006

dios no valía la pena...

Ingenuidad. La suficiente como para no sospechar de nada ni nadie y para no entender señales.
Pánico. Ese tipo de pánico que nubla los sentidos, elimina la razón y nos deja sin curso de acción, sin palabras, como vegetales.

Una combinación fatal. Pero estos ingredientes necesitan un solvente para reaccionar.

Mediante la ingenuidad, uno no puede estar preparado para los golpes, todo revés dirigido a la mandíbula es imposible de avistar a tiempo. Pero claro, si uno tuviese reflejos, sería perfectamente capaz de agacharse, o cubrirse talvez a tiempo para amortiguar un poco...

Solvente: “Sólo sé que no sé nada”.

Supongamos que nos encontramos en un estado en el cual no sabemos qué queremos. No necesitamos saberlo inmediatamente, así que nos damos el lujo de relajarnos y vivir un poco en la corriente del Carpe Diem. En este estado las estructuras y los planeamientos se ven eliminados. Día a día vemos qué nos mueve y vamos construyendo nuevas estructuras a raíz de las experiencias. No saber nada es un increíble momento en el cual entendemos que no sabemos qué queremos, nos hacemos cargo y podemos continuar a partir de ello nuestra búsqueda.
El problema surge cuando combinamos este estado socrático con la Ingenuidad y recibimos un golpe. Los reflejos que tendríamos están entumecidos y no podemos reaccionar. Eliminamos nuestras estructuras, por ende no tenemos donde apoyarnos.
Y entonces, el desastre...

Necesitamos hacer algo, pero no sabemos qué: pánico.

Una vez que hemos sido golpeados, nos levantamos. El pánico va a continuar, si bien no por un golpe inminente, por la posibilidad de un golpe más adelante sumado al conocimiento de la imposibilidad de reacción. Sólo cuando nos damos cuenta que nuestro “estado socrático” es una estructura en sí mismo, podemos perder el pánico. Tenemos donde apoyarnos: no sabemos qué queremos, por eso tenemos la libertad de experimentar. No importa el golpe que nos impacte, lo absorberemos para tomarlo o no en consideración, dependiendo nuestros gustos preestablecidos y cambiantes.

Ya no hay pánico, no tiene sentido.


El análisis racional de nuestras acciones nos puede servir para aprender a partir de nuestros errores.
“Si no te mata, te fortalece”: un excelente modus vivendi.


Theta.

3 comentarios:

Bla dijo...

Escuché por ahí que para nacer hay que morir varias veces.

Quizás.

Anónimo dijo...

En fin, luego de tal sublimes palabras señor M., se dificulta la labor de escribir una respuesta acorde. Así que, no lo voy a hacer yo. La va a hacer O. Girando (palabras sublimes le sobran). Que no va a responder a la cuestión que podría denominarse “personal” (la tuya y la mía, que solo vos y yo entendemos, menos mal! Sino esto del blog me parecería un atropello a la intimidad). “Nos" vamos a abstener solo a la cuestión del título… Dios (acordáte la próxima con mayúscula). Esta la única opinión que puedo hacer pública, con respecto al resto (o sea lo que no es el título) lo dejo para otra tarde.

Pi y Oliverio

YOLLEO

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto,
desde el yo mero mínimo al verme yo, harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando
y yoyollando siempre
por qué
Si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo...

Unknown dijo...

M. llegan de cordoba mis mas sinceras cosas para usted y los suyos, y los nuestros... todas las cosas... bien sinceras y del fondo.

Nos vemos, espero este usted bien.

Bufon
"Te quiero, que bueno, que bueno."